viernes, 22 de abril de 2011

HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

I. IMPORTANCIA SOBRE EL ESTUDIO DE LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

En el estudio de la arqueología como disciplina no sólo importan las técnicas y la metodología, sino su cuerpo teórico y la fragmentación de este cuerpo teórico porque hay que trascender de las limitaciones de unos y de otros para desarrollar así una ciencia global y con un amplio campo de visión.

En primer lugar encontramos el debate sobre la cientifidad de la arqueología en cuanto a la objetividad de sus interpretaciones, libre de todo juicio de valores. Por ello es importante paralelamente tratar el contexto en el que surgen y se desenvuelven estos corpus teóricos así como los factores que han contribuido a ello.

Según R. G. Collingwood ningún problema histórico debería ser tratado sin estudiar antes la historia del pensamiento histórico sobre él. Ante la dificultad de establecer una conjunción de todo el corpus teórico y en algunos casos incluso una reconciliación, es preciso abordar el tema de cuáles deben de ser los objetivos de la disciplina y cómo llegar hasta ellos. La arqueología ha experimentado un largo período de formación y consolidación en el que ha predominado la descripción y clasificación a la explicación e interpretación de los datos hallados. Ha pasado por diferentes paradigmas, algunos incluso siguen vigentes. Este problema plantea la cuestión sobre las relaciones entre escuelas teóricas, y su sustitución o convivencia. Con todo ello, la historia de la arqueología ha implicado desde sus inicios hasta hoy un crecimiento acumulativo de conocimiento sobre el pasado y no en un proceso lineal precisamente. En la diversidad teórica además de factores contextuales puede hablarse incluso de diversidad regional y diferencias culturales, a lo que Trigger ha identificado la colonialista, la nacionalista y la imperialista.

De los factores que influyen a la arqueología cabe destacar el social, al que el autor presta más importancia, la capacidad de acumulamiento de datos arqueológicos y su posterior tratamiento, intereses de estudio dentro de la misma interpretación de datos, el contexto constitucional, los fondos económicos destinados y el desarrollo científico, entre otros.

En años más recientes, la arqueología ha estado muy influida por los relativistas respecto al concepto de ciencia como una empresa racional u objetiva, evidenciando que el contexto condiciona no sólo el criterio de selección de datos, sino también la manera de interpretarlos.


I.a. LA INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA

La labor de la arqueología como ciencia es explicar qué sucedió en el pasado y todo ello a través de la interpretación del registro arqueológico. La interpretación depende de muchos factores tanto internos como externos al investigador y fruto de sus conclusiones pueden clasificarse las teorías en categorías altas, medias o bajas.

- TEORÍAS DE NIVEL BAJO: generalizaciones basadas en regularidades observadas empíricamente y nunca referidas al comportamiento humano.

- TEORÍAS DE NIVEL MEDIO: generalizaciones basadas en regularidades en diversos casos entre dos o más conjuntos de variables, como referencias al comportamiento humano.

- TEORÍAS DE NIVEL ALTO: reglas abstractas que explican las relaciones entre proposiciones teóricas, como el Evolucionismo, el Historicismo, el Materialismo, etc.

Por otro lado queda el debate de hasta qué punto es correcto generalizar y si es así qué nivel de eficacia tiene, pues no es lo mismo una generalización universal acerca de la evolución cultural a una particular del cambio cultural notado en un determinado registro arqueológico.

II. LA CONFORMACIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA COMO DISCIPLINA

El ser humano desde tiempos remotos miraba hacia el pasado en busca de sus orígenes y de la explicación de su ser y de formas diversas ya desde la Antigüedad, con mitos y leyendas y luego con la historia escrita y veneración de restos materiales de diversa índole. En Egipto la conservación y monumentos pasados constituía el nexo de unión con etapas cercanas al tiempo de la creación y unificación de Egipto. En Grecia y Roma su producción narrativa se basaba generalmente en el interés por conservar los logros conseguidos y ensalzarlos. En la Edad Media la visión providencialista les hacía mirar hacia el pasado con la Biblia como guía y no transigiendo de sus enseñanzas.

Ya en el Renacimiento el interés de conocimiento, las fuentes y la distancia histórica cambiaron, querían sobrepasar del estatismo que con el que caracterizaban a la Edad Media y comprender y emular lo mejor posible la vida en la Antigüedad en literatura, artes, arquitectura, política, etc. Comenzaron a realizarse viajes por el Mediterráneo en busca de los vestigios de este pasado, como el caso de Ciríaco de Ancona, y a interesarse por literatura, moneda, obras de arte, edificios públicos, etc. tanto es así que se instauró la grafía clásica copiada de inscripciones.

Se fijaba el interés en objetos descontextualizados y en coleccionarlos, sin darles más valor que el de mera reliquia. Todo cambió a partir de Winckelmann y su obra Historia del Arte Antiguo en el que estableció la Historia del Arte como una rama diferente de los estudios clásicos y en la que periodizó estilos, describió y reconstruyó obras a partir de escritos y de copias, definió modelos ideales…en definitiva extendía el estudio del pasado a la cultura material. Con el modelo de desarrollo de los estudios clásicos se fijaron luego la Egiptología y la Asiriología, los descubrimientos de culturas diferentes en Egipto y Mesopotamia dieron a conocer algo distinto al modélico arte clásico y comenzó con ello su estudio sistemático tanto en escritura como de los vestigios materiales dejados. Lo mismo ocurrió con el tiempo en otros lugares como China, la India, Norteamérica, etc.

En Europa septentrional el gusto y estudio por el anticuarismo versó también en la escritura y literatura, así como en el pensamiento. Comenzaron a hacerse compilaciones acerca del conocimiento del pasado, de descripciones, colecciones, etc. Del mismo modo se comenzaron a coleccionar objetos de todo tipo, se publicaron obras, fundaron instituciones de anticuaristas y de estudio del territorio y del pasado, creció el interés por el patrimonio de los pueblos…

En la Ilustración, ante la idea de modernidad y progreso, surgió la duda de si lo Antiguo era mejor que lo moderno. Fue en un momento de revoluciones científicas y de un mayor cuestionamiento de las enseñanzas reveladas, se hablaba del cambio, del progreso, de cuestiones relacionadas con una visión evolucionista de la Historia humana… y todo esto mucho antes de Charles Darwin.

Posteriormente con Descartes el estudio de las antigüedades también recibió influjo del desarrollo general de la metodología científica y en el Romanticismo se amplió el campo de interés hacia los estudios de los vestigios que habían quedado de la Edad Media y de la Prehistoria. Trigger afirma que el Romanticismo pudo ser el instrumento que estimuló el mayor interés por las excavaciones y más aún por las de tumbas. Por esta misma época también comenzaron a realizarse preguntas acerca de los indios de América sobre sus orígenes, procedencia e incluso haciendo comparaciones etnológicas y bajo ciertos postulados evolucionistas como el trabajo de Lafitau sobre la religión y costumbres amerindias.


II.a. LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA

Sin embargo, hasta este momento el conocimiento histórico estaba bastante apegado a las evidencias escritas e incluso tradiciones orales en algunos casos, lo que hacía a los llamados anticuarios no estar muy seguros acerca del curso natural de la Historia y mucho menos a comparar cronológicamente objetos de los que se carecía de evidencia escrita que los mencionara. Del estudio sobre la Prehistoria, carentes de datos escritos y de la consiguiente necesidad de datar surgió la Arqueología científica. Por un lado estaba el interés por la datación y por otro el interés sobre el Paleolítico.

El danés C. J. Thomsen puso la primera piedra en una datación cronológica carente de la evidencia y refuerzo de otros datos escritos. Ideó la Teoría de las Tres Edades: Piedra, Bronce y Hierro; para ello disponía ya de ciertas evidencias. Clasificó y sistematizó los artefactos en varias categorías de uso y dentro de estas divisiones, otras atendiendo al material, y forma. A partir de ahí fue estableciendo un examen aún más amplio que le llevó incluso a subdividir susodichas tres edades.

Jens J. A. Worsaae, discípulo de Thomsen, realizó excavaciones que confirmaron la cronología de Thomsen e incluso hicieron ver que tal esquema era aplicable a otras regiones. Aportó mucho también en cuanto a la investigación interdisciplinaria en Arqueología y proporcionó un modelo aplicable en todo el mundo.

Se acuñó el término de Prehistoria por parte de Daniel Wilson aludiendo al estudio de un período carente de documentos escritos. Mediante la seriación y la estratigrafía se pudieron comenzar a construir cronologías, se generalizó la datación relativa y la influencia de las ideas de evolución geológica y biológica.

El camino que se estaba tomando y los hallazgos conseguidos desafiaban a la cronología bíblica tradicional. Haber hallado restos físicos y materiales humanos asociados a mamíferos ya extinguidos fue algo muy debatido porque supondría presencia antes de la creación de la humanidad según la fecha propuesta a raíz de ciertas estimaciones bíblicas. Jacques Boucher de Perthes acuñó el término antediluviano en cuanto a datación relativa y fue por ese momento cuando se estaban llevando a cabo estudios geológicos por parte de Charles Lyell. Ahora el debate se centraba en cuestiones catastrofistas o continuistas así como evolucionistas para llegar finalmente a la conclusión de que existía una sólida evidencia de que los seres humanos habían coexistido con mamíferos extinguidos en algún tiempo muy lejano. Del mismo modo se aceptó por muchos científicos la teoría evolutiva de selección natural de Darwin.

Por otro lado, fueron estructurándose y organizándose mejor las etapas en las que Thomsen dividió la Prehistoria a tenor de los distintos tipos de artefactos e incluso de animales. Ante ello respondió Gabriel de Mortillet que tal subdivisión debía basarse mejor en criterios culturales que paleontológicos, siguiendo el ejemplo de Lubbock que ya había dividido la Edad de Piedra en Paleolítico y Neolítico. De igual modo Mortillet siguió la costumbre de los geólogos de utilizar yacimientos-tipo para denominar tales clasificaciones (Musteriense, Auriñaciense…).

A partir de 1860 comenzó el interés de los etnólogos por las comparaciones, y con ello a hacer cada vez mayor énfasis en las formas de vida. Con ello se inició a tratar el concepto de cultura así como los distintos estadios de desarrollo que lo caracterizaban, siendo las teorías de Tylor y Morgan las más aceptadas por aquel entonces. Mortillet por su parte decía que todos los grupos humanos pasaban por estadios de desarrollo similares y que la humanidad era muy antigua.

Con el tiempo se iba retrasando aún más la antigüedad de la Tierra, pero aún no se sabía lo suficiente acerca de las secuencias prehistóricas que habían tenido lugar fuera e incluso dentro de Europa como para establecer una teoría evolutiva más general. En Egipto y Mesopotamia, se comenzaron a realizar hallazgos que cambiaron por completo la visión europeísta y en Norteamérica los estudios de túmulos y de tribus indias pretendían aclarar los orígenes del poblamiento de esa parte del continente. Mientras tanto el interés por la Arqueología y por el método arqueológico crecía por momentos en cuanto a la búsqueda de claves para entender el pasado.

III. LA SÍNTESIS IMPERIAL

Entre 1860 y 1870 se une la arqueología prehistórica y la etnología para reforzar sus postulados evolucionistas, creyendo en la evolución unilineal. El problema llegó cuando comenzaron a explicar las causas acerca de las diferencias de desarrollo entre unas sociedades y otras en un contexto en el que los nacionalismos y las ideas románticas dieron paso a una visión evolucionista, apareciendo cada vez más factores raciales en las teorías de los investigadores y teóricos del momento para así explicar las variaciones en el grado de desarrollo de los diferentes grupos a lo largo de la Historia humana. El Darwinismo por su parte reforzó el punto de vista evolucionista sobre la evolución cultural. En ese momento prácticamente todos los estudios y teorías intentaban explicar el porqué de las diferencias entre el grado civilizatorio de sociedades contemporáneas en comparación con otras denominadas primitivas que se estaban descubriendo y estudiando para intentar hallar una respuesta a tales analogías y las causas que han llevado a ello.

John Lubbock, bastante apegado a la teoría de evolución cultural unilineal, creía que los pueblos menos avanzados tecnológicamente eran más primitivos cultural, intelectual y emocionalmente que los civilizados. Se interesó por los rasgos y características culturales propias de cada grupo estudiando el grado evolutivo atribuido en comparación con la civilización de la época.

Dentro de este contexto se enmarca la arqueología colonial tanto en América como en Asia y África, siempre de la mano de europeos o norteamericanos. Se vio en África todo un museo viviente del pasado humano. Comenzaron a acudir al Difusionismo para explicar la diversidad y complejidad cultural y tecnológica. Se llegó hasta tal punto que no sólo se hablaba de Difusionismo desde Egipto o Mesopotamia, sino dentro de Europa y Norteamérica. En el proceso de colonización europea la raza blanca quedaba retratada como aquella que volvía a sus orígenes. Sin embargo pronto cambiará esa visión, cuando se descubran los primeros restos de homínidos y australopitecos. Se confirmó la teoría evolutiva de Darwin aún más y se concedió a África la consideración de cuna de la humanidad.

La arqueología colonialista lo que hizo fue denigrar a las sociedades nativas que los europeos intentaban dominar o reemplazar bajo la justificación de que desde tiempos prehistóricos han sido incapaces de tomar la iniciativa de su propio desarrollo.

IV. HISTORICISMO CULTURAL

A fines del siglo XIX con el auge de los nacionalismos y la profusión de hallazgos de material arqueológico surge una corriente teórica centrada en la definición de las culturas arqueológicas y basada en el sentimiento de identidad étnica. El interés en este enfoque reside en que ahora las naciones querían ver cuáles eran sus orígenes y cómo habían vivido sus ancestros. Se centran en lo que es la Historia y el desarrollo de pueblos concretos. Comenzó el interés por la grandiosidad del pasado de los pueblos y se opuso a las arqueologías colonialistas, porque aquellos estados coloniales comenzaron a mirar hacia su pasado y a proclamar la riqueza de culturas pasadas frente al país que lo sometía.

Por otro lado, con el cuestionamiento de la idea de progreso, se buscan razones externas para los conflictos y para explicar el cambio cultural, llegando incluso a doctrinas raciales. El éxito de las teorías difusionistas viene de su explicación del cambio cultural marcado por el escepticismo en la creatividad humana. Se decía que los instrumentos no han sido inventados más de una vez, que la invención va de la mano de la difusión y dicha difusión creaba áreas culturales. Cada cultura sería el producto de una serie de influencias y aportaciones exteriores matizadas por su propia idiosincrasia.

El creciente énfasis en la distribución geográfica y en la cronología hizo que Montellius fijara una catalogación cronológica según el estudio de numerosos restos arqueológicos Paleolíticos, Neolíticos y de la Edad de los Metales. La novedad se centra además en su teoría según la cual la tecnología se desarrolla porque los seres humanos utilizan su poder de raciocinio para idear formas más efectivas de controlar la naturaleza y hacer así sus vidas más fáciles y seguras. Observó variaciones regionales y propuso una teoría bastante controversista en la cual fijaba los orígenes en Oriente, hecho que o no fue aceptado por los eurocentristas o que se justificaran las intervenciones coloniales en dichas regiones orientales para buscar orígenes.

Los arqueólogos historicista, uno tras otro abordan de diferente manera el concepto de cultura por la creciente preocupación por la etnicidad e identidad de los pueblos y sus manifestaciones y vestigios. Se trata de un concepto de difícil definición, tanto que el propio Trigger (1989, p.157) comenta que “el hecho de llamar culturas o civilizaciones a conjuntos de material arqueológico prehistórico geográfica y temporalmente restringidos y su identificación como los restos de diversos grupos étnicos parece haberse producido de manera independiente en varios arqueólogos como Childe, Olf Rygh, A. Götze…”.

Con Gustav Kossina: y su obra El origen de los alemanes se produce un vuelco en la historiografía historicista y más aún la de carácter difusionista y racial. Con un fanático patriotismo, decía que “la arqueología era la más racional de las ciencias y los alemanes el sujeto más noble de estudio arqueológico”. Lo que aportó fue que las culturas son un reflejo inevitable de la etnicidad, que la continuidad cultural indicaba continuidad étnica y ello determinaba a la llamada arqueología de los asentamientos o provincias culturales y con ello las variaciones étnicas y la capacidad inventiva o pasiva de cada una.

En años posteriores las teorías y definiciones se diversificaron, cabe destacar a V. Gordon Childe y su complejo mosaico de culturas de la prehistoria de toda Europa definiéndolas a partir de una serie de fósiles directores, que son capaces de identificar a una cultura pero no definirla y con ello trazar su origen, movimientos e interacción

En Estados Unidos la arqueología estaba bastante vinculada a la antropología y de hecho el enfoque histórico-cultural se desarrolló como respuesta a una toma de conciencia cada vez mayor sobre la complejidad del registro arqueológico y su interpretación.

V. LA ARQUEOLOGÍA MARXISTA SOVIÉTICA

La arqueología soviética y la occidental se han desarrollado de manera contrastada, pero con el tiempo parecen haber llegado a la determinación del mismo tipo de problemas. El interés por aumentar el conocimiento acerca de los orígenes y de la historia de muchos de los grupos étnicos que componían la Unión Soviética hizo que la arqueología aquí haya gozado de una buena reputación, excelente dotación económica e instrumento de educación. Fue donde se comenzaron a aplicar los postulados marxistas al estudio de la Historia.

Con la Revolución se produjo un acercamiento hacia el conocimiento científico y eliminación del misticismo. Comenzaron a realizarse excavaciones sistemáticas, programadas y financiadas por el Estado, se institucionalizó la arqueología y comenzaron a interpretarse tales hallazgos. Muchos marcharon al exilio y otros se quedaron, intentando aplicar conceptos del materialismo histórico a la arqueología.

Se desarrolló una arqueología centrada en las pautas de asentamiento y en la explicación social de los datos arqueológicos, intentaron explicar los cambios según factores sociales internos, se incrementó el interés creciente por el estudio de los datos desde un punto de vista ecológico. Observaron que cada sociedad era el resultado de su propia historia individual. Por ello intentaron aportar a los datos arqueológicos valores para la sociedad y explicar en términos marxistas los cambios producidos a lo largo de la Historia rusa desde su Prehistoria más lejana. Se desarrollaron excavaciones a gran escala en asentamientos, campamentos, talleres, necrópolis, etc.

Los arqueólogos soviéticos analizaron el modus vivendi, los comportamientos sociales, prácticas rituales y funerarias, empezaron a tener en cuenta los factores externos que desencadenan el cambio a modo de influencias económicas y políticas que las sociedades adyacentes ejercen unas sobre otras. Usan cierta teoría del cambio lingüístico en la que decían que una etnia podía cambiar de lengua pero no por ello evolucionar a otra diferente. Rechazaron la metodología formalista por considerarla un obstáculo para el desarrollo del enfoque marxista en la interpretación de los datos arqueológicos.

La diversidad cultural del registro arqueológico era cada vez más evidente, llegaron a interesarse por la etnogénesis, a especializarse en el estudio de períodos y culturas específicas y por ello a acercarse hacia un enfoque historicista. Empezaron a ser conscientes de que había mucha más evidencia que requería una explicación y ello tras Stalin fue posible gracias a la liberalización creciente de la vida e investigación soviética en general, comenzó a fluir información y conocimientos desde fuera y hacia fuera de la Unión Soviética.

Ningún arqueólogo soviético cuestionaba la validez del materialismo histórico como explicación del comportamiento humano, el deber de los arqueólogos es elaborar métodos de transformación a raíz del conocimiento adquirido por los datos arqueológicos. Creen también que muchas de las técnicas esenciales usadas para analizar los datos arqueológicos son relativamente inmunes a los presupuestos sociales y políticos.

V.a. IDEALISMO Y NEOMARXISMO

Actualmente existe cierto debate sobre el peso de la economía o de la religión e ideología como base en la superestructura de todas las sociedades. Según Kristian Kristiansen la ideología es un factor activo y presente en todas las sociedades y que detrás de cada producto material de una cultura hay una idea. Se pretende elevar la esfera ideológica hacia un importante papel explicativo. La ideología nunca llega a poseer el control total sino que se convierte en el diálogo entre opuestos así como la relación entre explotadores y explotados para mantener sus respectivas posiciones y legitimar así el orden.

La creciente concienciación sobre el peso de la ideología ha llevado a los investigadores a pensar que las cuestiones tratadas en arqueología están influidas por ideas generales, tanto en el momento de vida de los restos arqueológicos como en las actitudes de los arqueólogos. Ello se debe a la idea de que las interpretaciones históricas están siempre al servicio de los intereses de clase.

VI. EL FUNCIONALISMO

En el Historicismo Cultural se extraía mucha información pero no se llegaba al conocimiento sistémico del comportamiento humano. A comienzos del siglo XX Malinowski y Radcliffe-Brown dijeron que el comportamiento humano puede ser entendido mucho mejor relacionándolo con los sistemas sociales concebidos éstos como un conjunto de elementos funcionalmente interdependientes, postulados influidos por Émile Durkheim, propugnando el estudio de las sociedades y sus relaciones sociales a raíz de la constitución interna de los grupos humanos como sistemas integrados con partes enlazadas como si de un organismo vivo se tratase. A medida que las sociedades se iban haciendo más complejas, esa fuerza cohesiva de solidaridad mecánica o creencias compartidas cesaba y era cuando la unión se convertía en solidaridad orgánica. Posteriormente se comenzaron a realizar investigaciones sistemáticas del paisaje, del medio ambiente y del clima en el que se encontraban contextualizados los yacimientos para ver el impacto y evidenciar las adaptaciones de las sociedades humanas con respecto al medio que las rodea.

Grahame Clark aportó otro enfoque funcionalista. En su obra Archaeology and Society defendía que la arqueología debía ser un estudio acerca de cómo se vivía en el pasado, examinando los restos arqueológicos desde un punto de vista funcionalista. También puso de relieve el papel de la cultura como un sistema adaptativo. En trabajos posteriores se preocupó por los mecanismos que articulaban a cada sociedad, por los cambios ambientales, por la economía, asentamientos, refugios, tecnología, modelos de subsistencia…Consideró el cambio como una respuesta a un desequilibrio temporal desencadenado por cambios ambientales, fluctuaciones de población, contactos culturales, innovaciones tecnológicas, etc.

En Estados Unidos la arqueología funcionalista se desarrolló próxima al historicismo, elaborando listados de artefactos atendiendo a su función, así como la planta de poblados y otros edificios para explicar, o al menos intentarlo, el porqué de tal estructura y forma y su función. Sin embargo se trataba más de clasificar características etnográficas que de intentar interpretar la cultura material. Con el tiempo se llegó a la convicción de que los arqueólogos tenían que interpretar los artefactos como partes de un sistema cultural total e integrantes de una organización política, social y económica.

Taylor criticó la elaboración de listas y las comparaciones estadísticas de éstas proponiendo un enfoque conjuntivo que tratase las relaciones funcionales dentro de una cultura prehistórica, haciendo una distinción entre las construcciones mentales de las culturas estudiadas y los productos de éstas. Decía que los arqueólogos debían recuperar toda la información posible mediante el análisis, síntesis del material hallado y unos estudios comparativos para así obtener el conocimiento general de la naturaleza y el funcionamiento de la cultura ya que ésta es una entidad funcional que abarca componentes sociales, políticos y económicos que los arqueólogos debían estudiar holísticamente desde dentro.

Por el mismo camino se movía la arqueología ecológica y de los asentamientos de Julien Steward, quien destacaba el papel desempeñado por los factores ecológicos en la formación de los sistemas socioculturales prehistóricos, la importancia de atender al análisis ecológico del comportamiento humano. Por ello apostaba al igual que Clark por la multidisciplinariedad en el estudio de los restos arqueológicos para interpretar los cambios en la economía, tamaño de la población, modelos de asentamiento, captaciones de recursos, etc.

De todos los enfoques funcionalistas que se desarrollaron, la arqueología de los asentamientos centrada en la inferencia de los modelos de comportamiento social y su rechazo del determinismo ecológico es el que más se acerca a la antropología social de Durkheim.

VII. EL NEOEVOLUCIONISMO

El Neoevolucionismo apareció en Estados Unidos en la década de los sesenta rompiendo con el evolucionismo unilineal y argumentando que existía cierto proceso evolutivo que había permitido a los seres humanos controlar mejor su entorno y que preservaban su estilo de vida familiar a no ser que fuesen forzados al cambio por factores que estaban fuera de su control. Sus precursores eran Julien Steward y Leslie White.

L. White defendía el concepto de “Evolución General” y aquellas culturas que no podían seguir a la cabeza eran superadas o absorbidas por otras más avanzadas. Las culturas son como elaborados sistemas termodinámicos que evolucionaban para conseguir sus propias necesidades y se componían de elementos tecnoeconómicos, sociales e ideológicos. Hablaba de determinismo tecnológico, privilegiando las relaciones entre tecnología y sociedad por encima de otras relaciones.

Steward postulaba por un evolucionismo multilineal y ecológico, más empírico. Sabía que había diferentes formas en que habían evolucionado las culturas en ambientes naturales diferentes y las supuestas similitudes constituían un núcleo cultural que abarcaba modelos económicos, políticos y religiosos.

Por su parte M. Sahlins y E. Service intentaron reconciliar estos enfoques planteando los estadios de banda, tribus, jefaturas y estados. Marvin Harris habló de un determinismo económico al defender en la formación de los sistemas culturales todo un abanico de condiciones como la demografía, tecnología, relaciones sociales… Pero todos, en mayor o menor medida, contemplan el comportamiento humano como algo que se ha conformado debido a condicionantes externos.

Se dio paso a una nueva vía en la que se comenzaban a analizar y estudiar muchos más factores además del humano en cuanto al cambio cultural así como los supuestos estadios o niveles de desarrollo y el peso de dichos factores como tecnología, medio ambiente, economía, etc.

VIII. LA NUEVA ARQUEOLOGÍA

La Nueva Arqueología surgió en la década de los 60 a raíz de un artículo de Joseph Caldwell titulado The New American Archaeology en el que hablaba de las nuevas tendencias y bagaje teórico de la arqueología en Norteamérica. Surgió a partir de ese momento una nueva escuela teórica que buscaba nuevos métodos y enfoques en arqueología, hasta que Lewis Binford prácticamente esbozó el programa en su obra New perspectives in Archaeology explicando la amplia gama de similitudes y diferencias del comportamiento cultural haciendo especial énfasis en el cambio sistémico y en la evolución cultural. Usó la Teoría de los Sistemas y usaba la analogía etnográfica para entender mejor caminos evolutivos de las sociedades humanas.

Trataba a la cultura como un sistema de adaptación al medio integrado por diversos subsistemas relacionados entre sí: tecnología, ideología, política, sociedad, etc. y siempre tiende al equilibrio, por ello cualquier variación influye al resto. Considera a las relaciones entre tecnología y el medio ambiente como factores clave en la determinación de los sistemas culturales y, con ello, del comportamiento humano.

El objetivo final es elaborar una ciencia contrastable y con modelos además del empleo de multidisciplinariedad.

IX. LA ARQUEOLOGÍA CONTEXTUAL

Ian Hodder propone un enfoque contextual en el que postula que la cultura material es además un elemento activo en las relaciones de grupo que puede usarse para disfrazar o para evidenciar relaciones sociales, es un elemento activo de interacción social. Para Hodder hay muchos factores que influyen y que hasta ese momento no se habían tenido en consideración, incluso la higiene o posibles rivalidades, porque todo influye en mayor o en menor media y por ello los arqueólogos necesitan examinar todos los aspectos posibles de una cultura arqueológica para poder comprender el significado de todas y cada una de las partes que la componen.

Presta atención de igual modo a las expresiones simbólicas por la relación entre mito, mentalidad, ideología, creencias con las representaciones simbólicas en materia de continuidad, transformación o variantes. Del mismo modo también serían importantes las tradiciones.

X. COMENTARIO ACERCA DE LA OBRA Y DEL AUTOR

Trigger ha tratado a grandes rasgos los pasos que se han seguido los pasos que ha seguido la arqueología hasta el momento en el que se decidió a escribir esta obra. Se trata de una obra extensa aunque no pesada, abarcando de forma medianamente sintética y bien argumentada y reforzada la historiografía arqueológica en todas sus vertientes y proceso que ha seguido desde sus inicios hasta la actualidad.

Hallamos claramente diferenciadas tres partes, una primera parte acerca de la conformación de la arqueología como ciencia desde el mero interés por el pasado allá en la Antigüedad, otra parte, objeto central de la obra, que es en donde el autor abarca el extenso corpus teórico y otra parte final a modo de conclusiones y de la actualidad sobre la arqueología.

Al principio Trigger muestra claramente las intenciones de su obra así como emplea un primer capítulo entero para hablar acerca de la importancia de explicar la historia del pensamiento arqueológico y la diversidad teórica existente. En la totalidad del libro hace un largo recorrido por autores y obras así como instituciones, acontecimientos, etc. en su explicación de aquello que trata en su libro, denotando un excelente conocimiento tanto de historiografía como de autores, teorías, obras, etc. El resultado ha sido contener en unas 300 páginas prácticamente la historia de la arqueología como ciencia y por ello poseedora de un corpus teórico variado. Habrá aspectos que se halla pasado por alto, simplemente por no querer incidir más en unos temas que en otros o por no considerarlos importantes para la obra, pero como he dicho, el resultado ha sido brillante.

En la última parte habla de la actualidad de la arqueología como ciencia en cuanto a la extensa diversidad que posee, y con ello incide en el debate acerca de sus verdaderos objetivos actualmente como en su relación con otras ciencias debido a la cada vez más precisa necesidad de multidisciplinariedad o por ella misma. Alude también al relativismo y sus críticas hacia el concepto de ciencia y más aún en el caso de las componentes de las ciencias sociales, entre ellas la arqueología. La arqueología es ante todo una ciencia empírica basada en la captación de datos mediante una serie de técnicas y posterior interpretación de éstos. Como ciencia debe tender a la falsabilidad de sus hipótesis para hallar su veracidad, pero aún así se alude demasiado a la subjetividad.

Trigger es una persona de grandes conocimientos y dominio de la disciplina, sin embargo su manifestado marxismo ha dotad a sus análisis de un enfoque muy particular. Por un lado realiza un extenso análisis del contexto en el que se mueve las teorías o autores de los que habla para intentar mostrar al menos de forma aproximativa supuestas influencias y por otro que el papel otorgado a la economía, como buen marxista que es. Pese a ello, pienso que no es un límite en cuanto a sus razonamientos y planteamientos teóricos, sino un aporta más al contenido porque pretende explicar la diversidad teórica así como sus causas y consecuencias y a la vez muestra que es difícil ser objetivo en esta ciencia ni tan siquiera en planteamientos teóricos y de alto nivel como los que éste plantea.

Como señala Trigger es precisa la curiosidad por conocer los entresijos de la arqueología en materia de teoría, más allá de la praxis porque así se conocen los postulados que hay detrás de cada planteamiento e interpretación para una mejor comprensión y por un lado saber de lo que estamos tratando y por otro tener un extenso y variado dominio teórico para poder abarcar con una visión amplia tanto a la arqueología como a su objeto de estudio.

Con ello además, no solo aprendemos sobre arqueología sino de otras ciencias tanto naturales como sociales dado que como ciencia todas han pasado por unos paradigmas desde el formativo hasta el actual en el que se encuentren y que el hecho de que ninguna hipótesis sea definitiva hasta que se desmienta prueba que siempre va a existir diversidad y en dicha diversidad los argumentos convivirán o se sustituirán.

De: TRIGGER, B.G. Historia del pensamiento Arqueológico. BARCELONA: Crítica 1992

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